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Tjitske
Tjitske Co-Founder
jueves, 18 de septiembre de 2025

Colisión de Derechos de Autor: La Batalla Legal de Alto Riesgo entre Editores e IA

Una tormenta legal de una escala sin precedentes se está formando sobre las industrias de la tecnología y los medios de comunicación. En una esquina se encuentran los titanes de la inteligencia artificial —compañías como Google, OpenAI y Microsoft, armadas con potentes modelos de IA generativa que pueden producir texto, imágenes y código similares a los humanos en un instante. En la otra esquina están los creadores y custodios de la cultura y la información: grandes editoriales, organizaciones de noticias y autores que ven cómo el trabajo de su vida se utiliza para impulsar esta revolución sin permiso ni pago. Demandas de alto perfil, que involucran nombres desde The New York Times hasta Rolling Stone e incluso Encyclopaedia Britannica, han preparado el escenario para una de las batallas legales más significativas de la era digital.

El núcleo del conflicto es simple pero profundo: los modelos de IA se entrenan con vastos océanos de datos extraídos de internet, una porción significativa de los cuales es material protegido por derechos de autor. Estos modelos "aprenden" de este contenido para resumir, parafrasear y generar nuevas obras. Los editores argumentan que esto equivale a una infracción masiva de derechos de autor, una forma de plagio digital que amenaza su propia existencia. Las empresas de IA contraatacan diciendo que su uso de estos datos se enmarca en el "uso justo" (fair use), una doctrina legal que permite el uso limitado de material protegido por derechos de autor para fines transformadores como la investigación y el avance tecnológico. Lo que está en juego no podría ser mayor. El resultado de estas demandas no solo determinará el futuro financiero de las empresas de medios, sino que también redefinirá fundamentalmente las reglas de los derechos de autor para el siglo XXI.

Este artículo de blog profundizará en este complejo campo de batalla legal y ético. Exploraremos por qué esta colisión era inevitable, cómo nos obliga a repensar principios de derechos de autor de larga data y qué significa para el futuro del periodismo y los medios. Examinaremos los casos legales clave, sopesaremos los argumentos éticos a favor de la innovación frente a una compensación justa y veremos cómo diferentes países están abordando este desafío global. Esto es más que una simple disputa sobre tecnología; es una lucha por el futuro de la información, la creatividad y la propiedad intelectual misma.

La Colisión Inevitable: Por Qué Esta Batalla Legal Tenía que Ocurrer

El actual enfrentamiento legal entre editores y desarrolladores de IA no era una cuestión de "si", sino de "cuándo". Es el resultado directo y predecible de la arquitectura fundamental de la inteligencia artificial moderna. La misma tecnología que hace que la IA generativa sea tan poderosa —su capacidad para procesar y aprender de inmensos volúmenes de texto e imágenes creados por humanos— es también lo que la puso en un curso de colisión directa con un siglo de leyes de derechos de autor. La colisión era inevitable porque el insaciable apetito de datos de los modelos de IA siempre estuvo destinado a darse un festín con la vasta biblioteca de acceso público de internet, que está abrumadoramente compuesta por material protegido por derechos de autor.

En el corazón del asunto está cómo se construyen los Grandes Modelos de Lenguaje (LLM) y otros sistemas de IA generativa. Para crear un modelo como GPT-4 o Gemini de Google, los desarrolladores deben entrenarlo en un conjunto de datos de un tamaño asombroso. Estos conjuntos de datos, como el Common Crawl, que es un repositorio de billones de palabras extraídas de la web, son la sangre vital de la IA. Los modelos analizan los patrones, estructuras, sintaxis y semántica dentro de estos datos para "aprender" a generar contenido nuevo, coherente y contextualmente relevante. Sin esta afluencia masiva de material de entrenamiento, los modelos simplemente no funcionarían. Serían incapaces de escribir un correo electrónico, resumir un artículo de noticias o generar una línea de código porque no tendrían ningún conocimiento fundamental del lenguaje o de los conceptos de los que extraer.

El dilema ético y legal surge del hecho de que estos datos de entrenamiento no son un recurso prístino y sin propietario. Es un archivo digital desordenado y en expansión de la creatividad humana, que contiene de todo, desde blogs personales y libros de dominio público hasta artículos de noticias con derechos de autor, novelas superventas, trabajos académicos y letras de canciones. Cuando las empresas de IA extraen estos datos, normalmente no buscan el permiso de los millones de creadores y editores individuales cuyo trabajo se está ingiriendo, ni les ofrecen una compensación. Desde la perspectiva de los desarrolladores de IA, este proceso es una parte necesaria y legalmente defendible de la innovación tecnológica. A menudo argumentan que su uso de los datos es transformador y se encuentra dentro de la doctrina del "uso justo", ya que no están simplemente reproduciendo el contenido, sino usándolo para crear un nuevo sistema tecnológico funcional.

Sin embargo, para los editores y creadores, surge una imagen diferente. Ven su valioso contenido, a menudo costoso de producir, siendo utilizado para entrenar un producto competidor que podría, en última instancia, devaluar o incluso reemplazar el suyo. una organización de noticias que invierte fuertemente en periodismo de investigación ve sus artículos extraídos y utilizados para entrenar un modelo que luego puede resumir esas mismas noticias de forma gratuita, privando potencialmente al editor original del tráfico y los ingresos por suscripción. Un autor que ha pasado años escribiendo una novela encuentra que su estilo único y su voz narrativa son absorbidos por un modelo que luego puede imitarlo a pedido. Esto crea una tensión fundamental: el acto mismo requerido para construir un sistema de IA potente (la ingestión masiva de datos) es visto por los propietarios de contenido como una infracción masiva de derechos de autor. Este conflicto inherente entre la mecánica del desarrollo de la IA y los principios de la propiedad intelectual hizo que una confrontación legal a gran escala no solo fuera probable, sino una certeza estructural.

Redefiniendo los Derechos de Autor en la Era de la IA

Las batallas legales sobre la IA están forzando una revisión fundamental de la ley de derechos de autor, un sistema de reglas diseñado en gran medida para un mundo analógico de imprentas y copias físicas. Los principios básicos de los derechos de autor —proteger la expresión original de un autor mientras se permite el uso justo— están siendo puestos a prueba de maneras sin precedentes por máquinas que pueden "leer", "comprender" y parafrasear texto a una escala que desafía la comparación humana. Esto ha encendido un feroz debate sobre cómo, o si, las leyes existentes pueden adaptarse a esta nueva realidad y quién debe ser considerado responsable cuando el resultado de una IA se acerca demasiado al plagio.

Un desafío central es el concepto de "uso justo" (fair use). En los EE. UU. y en doctrinas legales similares en otros lugares, el uso justo permite el uso sin licencia de material protegido por derechos de autor para fines como la crítica, el comentario, la información de noticias, la enseñanza y la investigación. Las empresas de IA argumentan que entrenar sus modelos con datos protegidos por derechos de autor es un ejemplo clásico de uso justo. Afirman que su propósito es transformador: no están creando un sustituto de las obras originales, sino que las utilizan para construir una nueva tecnología. Argumentan que la naturaleza de su uso es para investigación y desarrollo y que la cantidad de cualquier obra individual utilizada es minúscula en el contexto de todo el conjunto de datos. Sin embargo, los editores y creadores discrepan vehementemente. Argumentan que el uso es comercial, no educativo, y que daña directamente el mercado de su obra original al crear un producto competidor. Los tribunales ahora tienen la tarea de aplicar los cuatro factores del uso justo a un escenario que los redactores de la ley nunca podrían haber imaginado, y el resultado sentará un precedente monumental.

Esto lleva a la cuestión aún más compleja de la responsabilidad por los resultados generados por la IA. ¿Quién es responsable si un modelo de IA, cuando se le solicita, produce un fragmento de texto que es sustancialmente similar a una obra protegida por derechos de autor con la que fue entrenado? ¿Es la empresa de IA que construyó y entrenó el modelo? ¿Es el usuario que introdujo la instrucción que generó el contenido infractor? ¿O es la empresa que integró la IA en su propio producto? Esta cuestión de la "responsabilidad por el resultado" es un campo minado legal. Los desarrolladores de IA a menudo afirman que no pueden controlar completamente lo que producen sus modelos e intentan trasladar la responsabilidad al usuario final. Sin embargo, si un modelo regurgita consistentemente contenido protegido, sugiere un defecto en su diseño o entrenamiento. Algunos juristas argumentan que si un sistema es propenso a generar material infractor, la empresa que lo puso en el mercado debería asumir al menos parte de la responsabilidad, de manera muy similar a como un fabricante de automóviles es responsable de un vehículo defectuoso.

En última instancia, el auge de la IA puede requerir una redefinición fundamental de lo que protegen los derechos de autor. La ley actual protege la expresión específica de una idea, no la idea en sí. Pero, ¿qué sucede cuando una IA puede absorber el estilo, el tono y la estructura narrativa de un autor y generar nuevas historias "al estilo de" ese autor? ¿Es esto una infracción de su voz autoral única, o es simplemente aprender e inspirarse en su trabajo, de forma muy parecida a como lo haría un artista humano? Estas preguntas empujan los límites de la ley de derechos de autor, moviéndola de la protección del texto literal a la posible protección de elementos más abstractos de estilo y expresión. El sistema legal ahora debe lidiar con la creación de un marco que pueda distinguir entre la inspiración transformadora y la apropiación algorítmica, una distinción que dará forma al futuro de la creatividad en un mundo impulsado por la IA.

El Futuro de los Medios en un Mundo Impulsado por la IA

La normalización de la inteligencia artificial presenta tanto una amenaza existencial como una oportunidad significativa para la industria de los medios tradicionales. A medida que los modelos de IA se vuelven expertos en resumir noticias, responder preguntas complejas y generar contenido, los mismos modelos de negocio que han sostenido el periodismo durante siglos se están poniendo en duda. Los editores y periodistas se enfrentan ahora a un futuro en el que su papel principal como guardianes y difusores de información es desafiado por sistemas automatizados que pueden hacerlo más rápido y de forma gratuita.

El desafío más inmediato es el potencial de que la búsqueda y los chatbots impulsados por IA canibalicen la audiencia de las organizaciones de noticias. Durante décadas, los editores han tenido una relación simbiótica, aunque a veces tensa, con motores de búsqueda como Google. La búsqueda generaba tráfico a sus sitios web, que luego podían monetizar a través de publicidad y suscripciones. Sin embargo, la nueva generación de búsqueda con infusión de IA, que proporciona respuestas directas y resúmenes en la parte superior de la página de resultados, amenaza con romper este modelo. Si un usuario puede obtener la esencia de una noticia de un resumen de IA sin tener que hacer clic en el sitio web del editor, el editor pierde el tráfico, los ingresos por publicidad y la oportunidad de convertir a ese lector en un suscriptor de pago. Esta desintermediación podría ser catastrófica para una industria que ya lucha con la disminución de los ingresos impresos y una difícil transición digital. Corre el riesgo de convertir el periodismo de investigación de alto costo y alto valor en una materia prima gratuita para las empresas de IA, que cosechan los beneficios sin compartir los costos.

Esta situación obliga a las empresas de medios a adaptarse o arriesgarse a quedar obsoletas. Un camino potencial es centrarse en lo que la IA no puede replicar: el trabajo de investigación profundo, las primicias exclusivas, el análisis matizado y la construcción de una marca de confianza con una comunidad leal. En un mundo inundado de contenido barato generado por IA, la prima sobre el periodismo humano de alta calidad, verificable y original podría aumentar. Los lectores podrían estar más dispuestos a pagar por contenido de una fuente confiable que ofrece una perspectiva única y una rigurosa verificación de hechos. Esto podría acelerar el cambio de modelos basados en publicidad a modelos apoyados por los lectores, donde las suscripciones, las membresías y las donaciones se convierten en la principal fuente de ingresos.

Al mismo tiempo, la IA ofrece nuevas y potentes herramientas para que los periodistas y editores mejoren su propio trabajo. La IA puede usarse para automatizar tareas que consumen mucho tiempo como transcribir entrevistas, analizar grandes conjuntos de datos para historias de investigación e identificar tendencias en las redes sociales. Puede ayudar a personalizar el contenido para los lectores, optimizar los embudos de suscripción y crear experiencias multimedia más atractivas. Algunas redacciones ya están experimentando con el uso de la IA generativa como un "copiloto" para los periodistas, ayudándoles a generar titulares, resumir investigaciones e incluso redactar versiones iniciales de artículos, liberando más tiempo para la reportería y el análisis. La clave será usar la IA como una herramienta para aumentar el periodismo humano, no para reemplazarlo. Las organizaciones de medios que prosperen en esta nueva era serán aquellas que integren con éxito la IA en sus flujos de trabajo para volverse más eficientes e innovadoras, mientras redoblan el valor insustituible del reportaje, la perspicacia y la confianza humanos.

Estudios de Caso: Batallas Legales Clave y sus Implicaciones

El debate abstracto sobre la IA y los derechos de autor se ha trasladado ahora a los tribunales, con varias demandas emblemáticas presentadas que podrían sentar precedentes vinculantes para los próximos años. Estos casos enfrentan a algunas de las organizaciones de medios más grandes del mundo contra los actores dominantes en la IA, y sus resultados son observados de cerca por ambas industrias.

Uno de los casos más significativos es el de The New York Times contra Microsoft y OpenAI. Presentada a finales de 2023, esta demanda es un asalto directo al entrenamiento y los resultados de los modelos de IA generativa. The Times argumenta que los demandados incurrieron en una infracción masiva de derechos de autor al utilizar millones de sus artículos para entrenar sus modelos de IA sin permiso. De manera crucial, la demanda va más allá del problema de los datos de entrenamiento y proporciona numerosos ejemplos de ChatGPT y otros modelos que generan extractos textuales o casi textuales de sus artículos en respuesta a las instrucciones de los usuarios. Esta evidencia tiene la intención de contrarrestar la defensa del "uso justo" al mostrar que la IA no solo está aprendiendo del contenido, sino que es capaz de reproducirlo, creando así un sustituto directo del original y dañando su mercado. The Times busca miles de millones de dólares en daños y una orden judicial que exija a los demandados que destruyan cualquier modelo de IA y datos de entrenamiento que utilicen su material protegido por derechos de autor. Una victoria para The New York Times podría obligar a las empresas de IA a reevaluar fundamentalmente sus prácticas de entrenamiento y potencialmente a licenciar todo el contenido, una medida que aumentaría drásticamente sus costos operativos.

Otro frente legal importante ha sido abierto por una coalición de autores y editores. Grupos de autores prominentes, incluidos George R.R. Martin y John Grisham, han presentado demandas colectivas contra empresas de IA, alegando que sus libros fueron utilizados ilegalmente para entrenar modelos de lenguaje. Del mismo modo, un grupo de ocho grandes editoriales, incluidas filiales de Dotdash Meredith (editora de Rolling Stone) y Encyclopaedia Britannica, han demandado a Google. Su demanda se centra en el uso por parte de Google de un conjunto masivo de datos de libros escaneados para entrenar su IA. Argumentan que este uso no autorizado de sus obras literarias para construir un producto comercial de IA es una clara violación de los derechos de autor. Estos casos se centran en el principio de que las obras creativas, que representan una inversión y un trabajo intelectual significativos, no pueden ser ingeridas con fines de lucro comercial sin el consentimiento de los titulares de los derechos. Si tienen éxito, estas demandas podrían establecer que el estilo literario y el contenido narrativo son activos protegibles y obligar a los desarrolladores de IA a purgar sus modelos de estos datos o a negociar costosos acuerdos de licencia.

Estos casos no tratan solo de una compensación financiera; tratan de establecer las reglas del juego para una nueva era tecnológica. Si los tribunales fallan a favor de las empresas de IA, podría validarse la práctica de extraer datos de la web para el entrenamiento, dando efectivamente a las empresas de tecnología luz verde para usar la totalidad de la producción creativa de internet como un recurso gratuito. Esto probablemente aceleraría el desarrollo de la IA, pero podría tener un impacto devastador en las industrias creativas. Por el contrario, una victoria decisiva para los editores y autores podría ralentizar significativamente la innovación en IA al imponer costos masivos y restricciones de datos a los desarrolladores. Forzaría un nuevo paradigma en el que el desarrollo de la IA depende de una red compleja y costosa de acuerdos de licencia. Lo más probable es que el resultado se sitúe en un punto intermedio, lo que posiblemente conduzca a acuerdos negociados, al desarrollo de marcos de licencia para toda la industria o a una nueva legislación diseñada para equilibrar los intereses contrapuestos de la innovación y los derechos de los creadores.

Consideraciones Éticas: Equilibrando la Innovación y la Compensación Justa

Más allá de los argumentos legales, la batalla entre editores y empresas de IA plantea profundas cuestiones éticas sobre la equidad, el valor y el contrato social entre creadores y tecnólogos. En su núcleo hay un debate sobre quién debería beneficiarse del inmenso valor generado por los modelos de IA que se construyen sobre la base de la creatividad humana. Obliga a un difícil acto de equilibrio entre los beneficios sociales de la rápida innovación tecnológica y el principio fundamental de que los creadores merecen ser compensados por su trabajo.

El principal argumento ético desde la perspectiva de los desarrolladores de IA se basa en la idea del progreso y el bien mayor. Sostienen que la IA tiene la promesa de resolver algunos de los mayores desafíos de la humanidad, desde curar enfermedades hasta combatir el cambio climático, y de desbloquear niveles sin precedentes de productividad y creatividad. Para lograr esto, argumentan, los modelos de IA deben ser entrenados con el conjunto de datos más amplio posible, que incluye el conocimiento y la cultura colectivos de la humanidad tal como se reflejan en internet. Imponer barreras de pago restrictivas o requisitos de licencia sobre estos datos, afirman, sofocaría la innovación, ralentizaría el progreso y concentraría el poder de la IA solo en manos de aquellos que pueden permitirse pagar por los datos de entrenamiento. Desde este punto de vista, el uso de datos públicos para el entrenamiento es un medio necesario y justificable para un fin que, en última instancia, beneficiará a toda la sociedad.

En el otro lado de la balanza ética se encuentra el principio de la compensación justa. Los creadores y editores argumentan que su trabajo no es un recurso natural gratuito para ser explotado. Es el producto del trabajo, la habilidad, la inversión y, a menudo, un riesgo significativo. Un periodista que pasa meses en un informe de investigación, un novelista que dedica años a un libro, o un editor que invierte millones en curar y distribuir contenido ha creado algo de valor. Que ese valor sea extraído y utilizado para construir un producto comercial para una de las compañías más ricas del mundo sin ninguna forma de consentimiento o compensación parece fundamentalmente injusto para muchos. Crea una relación parasitaria en la que la industria tecnológica se beneficia del trabajo de la industria creativa mientras desarrolla simultáneamente una tecnología que amenaza su viabilidad a largo plazo. Esto plantea una pregunta crítica: ¿es ético que un sistema se construya sobre el trabajo no acreditado y no compensado de otros, incluso si ese sistema produce resultados innovadores?

Este dilema nos empuja a considerar cómo podría ser un marco justo y ético. Probablemente no sea un juego de suma cero en el que o la innovación se detiene o los creadores no reciben pago. Un enfoque más equilibrado podría implicar el desarrollo de nuevos modelos de licencia diseñados específicamente para el entrenamiento de IA. Estos podrían tomar la forma de sistemas de licencias obligatorias, donde las empresas de IA pagan una tarifa fija a un fondo colectivo que luego se distribuye a los titulares de derechos, de manera similar a cómo se gestionan las regalías en la industria de la música. Otra posibilidad es la creación de mecanismos de inclusión (opt-in) o exclusión (opt-out), que permitan a los creadores decidir si su trabajo puede ser utilizado para el entrenamiento. Además, hay un llamado creciente a una mayor transparencia, que exija a las empresas de IA que revelen con qué datos se han entrenado sus modelos. Dicha transparencia sería un requisito previo para cualquier sistema de compensación justa. Encontrar este equilibrio ético es crucial. No hacerlo corre el riesgo de crear un futuro en el que los incentivos para crear contenido original y de alta calidad se vean tan erosionados que el propio pozo de la creatividad humana del que bebe la IA podría comenzar a secarse.

Perspectivas Globales: Cómo Diferentes Países Están Abordando el Problema

El desafío de reconciliar la IA con la ley de derechos de autor es global, y los sistemas legales de todo el mundo están comenzando a abordarlo, a menudo con enfoques diferentes que reflejan sus tradiciones legales y prioridades políticas únicas. Mientras que Estados Unidos, con su flexible doctrina de "uso justo", es el principal campo de batalla, otras naciones están forjando sus propios caminos, creando un panorama internacional complejo y fragmentado.

En la Unión Europea, el marco legal está conformado por la Directiva de Derechos de Autor de la UE, que tiene un conjunto de excepciones más rígido y definido de manera más estricta en comparación con el uso justo estadounidense. La directiva incluye una excepción específica para la minería de textos y datos (TDM) con fines de investigación científica. Sin embargo, para la TDM comercial —el tipo utilizado para entrenar la mayoría de los modelos de IA a gran escala— la directiva permite a los titulares de derechos "optar por no participar" (opt-out). Esto significa que los editores y otros creadores pueden usar métodos legibles por máquina (como un archivo robots.txt) para señalar que no permiten que su contenido sea extraído para el entrenamiento comercial de IA. Si una empresa de IA ignora esta exclusión voluntaria, sus acciones probablemente constituirían una infracción de derechos de autor. Este enfoque otorga más poder a los creadores para controlar el uso de su trabajo y se considera más favorable para los titulares de derechos que el sistema estadounidense. Anima a las empresas de IA a buscar licencias de forma proactiva si desean utilizar contenido protegido por derechos de autor cuyos propietarios han optado por no participar.

Japón ha adoptado una de las posturas más permisivas en cuanto al entrenamiento de IA. una enmienda de 2018 a su ley de derechos de autor creó una amplia excepción que permite el uso de obras protegidas por derechos de autor para el análisis de datos, siempre que no "dañe irrazonablemente los intereses del propietario de los derechos de autor". Esto ha sido ampliamente interpretado por el gobierno japonés y los expertos legales en el sentido de que el uso de obras protegidas por derechos de autor para entrenar modelos de IA es generalmente permisible, independientemente de si el propósito es comercial o sin fines de lucro. El enfoque de la ley japonesa está más en el resultado; si una IA genera contenido que es muy similar a una obra existente, eso podría ser una infracción, pero el proceso de entrenamiento en sí está en gran medida protegido. Esta postura pro-innovación está diseñada para ayudar a la industria tecnológica de Japón a competir en la carrera global de la IA sin la carga de complejas negociaciones de licencias.

Otros países todavía están en las primeras etapas de formulación de sus políticas. El Reino Unido, después de proponer inicialmente una amplia excepción de TDM similar a la de Japón, se retractó tras una fuerte oposición de las industrias creativas. El gobierno del Reino Unido ahora está tratando de negociar un código de práctica voluntario entre los desarrolladores de IA y los titulares de derechos, con la esperanza de encontrar un compromiso sin cambios legislativos inmediatos. En China, la situación legal se está desarrollando rápidamente. Si bien no existe una ley específica sobre el entrenamiento de IA, fallos judiciales recientes han indicado que el uso de material protegido por derechos de autor sin permiso podría ser una infracción, lo que ha llevado a algunas empresas chinas de IA a explorar acuerdos de licencia con proveedores de contenido. Este mosaico de enfoques globales crea una incertidumbre significativa para las empresas de IA que operan a nivel internacional, ya que una acción que es legal en un país puede ser ilegal en otro. También prepara el escenario para posibles disputas comerciales y una carrera entre las naciones para crear el entorno regulatorio más favorable para sus industrias nacionales de IA.

Conclusión: Forjando el Futuro de la Creatividad y los Derechos de Autor

Nos encontramos en un momento crucial en la historia de la tecnología y el derecho. Las batallas legales que se libran entre editores y empresas de IA son mucho más que disputas comerciales sobre tarifas de licencia; son un crisol en el que se forjarán las futuras reglas de la creatividad digital, la propiedad intelectual y la economía de la información. La resolución de estos conflictos tendrá efectos en cascada, determinando si la industria de los medios puede encontrar un camino sostenible hacia adelante y si la innovación en IA continuará a su ritmo vertiginoso o será atenuada por nuevas obligaciones y costos. Es un choque que nos obliga a responder preguntas fundamentales sobre el valor, la equidad y la naturaleza misma de la autoría en un mundo cada vez más automatizado.

La tensión central es clara. Por un lado, el desarrollo de una IA potente requiere acceso a vastos conjuntos de datos que reflejen la amplitud del conocimiento y la cultura humanos. Por otro lado, los creadores de esa cultura argumentan que su trabajo no puede ser tratado como un recurso gratuito para ser explotado en beneficio comercial de los gigantes tecnológicos. Encontrar una solución requiere ir más allá de una mentalidad de suma cero. Un futuro en el que la innovación prospere a expensas de los creadores es insostenible, ya que en última instancia erosionaría la calidad y la diversidad del mismo contenido del que la IA necesita aprender. Por el contrario, un futuro en el que la ley de derechos de autor sea tan restrictiva que ahogue el progreso tecnológico negaría a la sociedad los inmensos beneficios potenciales de la IA.

El camino a seguir probablemente implicará una solución multifacética: nuevos precedentes legales de los tribunales que aclaren doctrinas como el uso justo para la era de la IA; nueva legislación que cree marcos específicos para el entrenamiento de IA y la transparencia de datos; y nuevos modelos de negocio, como esquemas de licencias colectivas, que faciliten una compensación justa para los creadores a escala. Este momento exige un diálogo cuidadoso y considerado entre tecnólogos, creadores, legisladores y el público. Debemos trabajar para construir un ecosistema digital que recompense tanto la creatividad humana como fomente la innovación tecnológica. El objetivo no es elegir uno sobre el otro, sino crear una relación simbiótica en la que cada uno pueda florecer, asegurando un futuro que sea tanto inteligente como inspirado.

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